Integración de la perspectiva de género

Curso tras curso observamos la tendencia de matriculación en los diferentes programas formativos atendiendo a lo que consideramos una razón de género (salvo contadas excepciones), es por eso que nos decidimos a llevar a cabo una serie de acciones encaminadas a modificar esa tendencia o al menos hacer sentir a nuestro alumnado que el género no es indicativo, en  ningún caso, de la formación que se ha de recibir.

Además del alumnado (de todos los programas), el equipo docente se involucra de forma personal, pues consideramos que dadas las pocas referencia positivas que tienen en este sentido, han de ser ellos y ellas quienes sean el modelo a seguir y que vean día a día el desempeño de sus funciones en igualdad y compartan sus experiencias de vida con el alumnado.

Como complemento a las actuaciones referidas, se modificó la instrucción de trabajo referente a la Matrícula dando preferencia a la tendencia contraria a la observada y se elabora un Plan de Igualdad para el alumnado con actividades complementarias para desarrollar en el aula. Este plan se empezó a ejecutar en el curso 19/20, si bien ha estado muy lastrado por la pandemia de COVID-19 y la situación sanitaria, la evaluación y memoria del mismo deja patente que llega al alumnado, y nos da las bases para seguir trabajando en cursos posteriores adaptándolo a las necesidades del momento.

La metodología siempre activa, dinámica y participativa y la validación a través de la memoria y evaluación del Plan de Igualdad elaborado para el curso escolar.

El impacto del proyecto y desarrollo de la buena práctica llega a todo el alumnado matriculado y de alguna manera a las familias a través de las tutorías y de sus propios hijos e hija. De momento no se ha conseguido modificar la tendencia de la matrícula, pero en el alumnado si hemos visto una tendencia a modificar su percepción y cada vez escuchamos menos eso de “eso es de chicas” o “eso es de chicos”

Con respecto al entorno y a las familias, queda todavía mucho trabajo que hacer, son mucho menos receptivos y la cultura y educación recibida sigue pesando demasiado.

A largo plazo el objetivo es que esta buena práctica sea el “modus operandi” del día a día en el trabajo con el alumnado y se integre plenamente en la actividad de la escuela.

Los cambios son difíciles y los sesgos inconscientes pesan mucho todavía para ver resultados de cambio importantes.

Es muy destacable que esta buena práctica apenas necesita medios materiales y económicos, depende más de la implicación del equipo docente, transmitir experiencia y compartir ejemplos de vida es un recurso sencillo al alcance de todos.

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